En la intimidad de mi habitación, cuando me quedaba a solas con mi piano y acababa de estudiar lo que me habían mandado en el conservatorio: estudios de Chopin, preludios y fugas de Bach… me preguntaba:
¿Qué pasaría si tocase acordes flamencos, acompañándome a mí misma?
Recuerdo que ahí empezó todo…
Ese día, sin darme cuenta estaba iniciando mi propio camino.
Siendo una niña, comencé a buscar la música que me ayudaba a llenar mi alma y al mismo tiempo tenía claro que necesitaba mi sello personal.
Para ello, indagué en todos los sonidos que se cruzaron conmigo a lo largo de mi vida, sin prejuicios, solo con la intención de disfrutar.
Amo profundamente el Flamenco y con mi voz rasgada y el piano, mi fiel compañero, quería llegar a una mezcla donde encajasen perfectamente los diseños melódicos y las estructuras rítmicas del Flamenco unido a las Rancheras.
Elegí libremente el camino que he ido recorriendo conforme a mis necesidades expresivas, a mis necesidades del alma.
“Merece la pena correr el riesgo para encontrar tu propio lenguaje”. (María Toledo)