Recordar la historia del Teatro Circo es recordar la historia de la ciudad de Albacete durante el siglo pasado; una historia llena de incertidumbres pero también de esperanzas e ilusiones, una época en la que Albacete se fue haciendo poco a poco, con dificultades, hasta convertirse en la ciudad que hoy conocemos.

Corría el año 1886 cuando un grupo de inquietos ciudadanos, ávidos por presenciar espectáculos teatrales en un lugar digno y preparado, tuvieron la idea de crear una sociedad, que llamaron Sociedad del Teatro Circo. A continuación compraron un solar situado en la calle de Carcelén y acometieron la empresa de construir un teatro, el primero y el único con el que contaría la ciudad durante varios años.

Muchas fueron las dificultades que tuvieron que sortear hasta ver cumplido su sueño, pero el teatro estuvo terminado en muy poco tiempo, y el 7 de septiembre de 1887 se inauguró con todo rigor, aunque el público asistente no tuvo más remedio que entrar y salir por la puerta de atrás, pues la calle de Isaac Peral, a la que daba la fachada principal, aún estaba sin abrir. No deja de ser curioso que, el mismo año en que abre sus puertas el primer gran coliseo de Albacete, se produzcan otros acontecimientos importantes en la ciudad que cambiarán las costumbres de sus habitantes: la instalación de la luz eléctrica y las primeras proyecciones de cinematógrafo.

El primitivo edificio fue diseñado por el delineante de Obra Públicas Emilio Vergara, que trató de combinar en la sala los elementos propios de un teatro con los de un circo, mientras que las obras fueron dirigidas por el arquitecto Juan Peyronnet. En cuanto a su estilo arquitectónico, en el interior se daban reminiscencias árabes, mientras que en el exterior la fachada tendía al estilo clásico. El aforo de la sala era de 1188 localidades para los espectáculos teatrales, y de 1292 para los circenses. El coste total del edificio, incluido el solar donde se ubicaba, fue de treinta y ocho mil duros (190.000 pesetas de entonces).

Desde un principio, el coliseo tuvo problemas que fueron subsanándose con el Tiempo: no había calefacción, se producían enormes corrientes de aire que, amén del frío, impedían escuchar con nitidez las voces de los actores, etc. A lo largo de los años siguientes, las reformas tendentes a paliar estas carencias serían constantes. Así, en 1919 se instala la calefacción a vapor, y un cielo raso para impedir las corrientes de aire; también se modifica el patio de butacas, quitándole el aspecto de circo, y construyendo plateas y palcos, con lo que se amplía el aforo del teatro; y en 1924 se instala en el piso principal la sociedad Ateneo Albacetense. A principios de los años cuarenta el edificio sufre la reforma más importante, viéndose afectada la fachada, que cambia completamente su fisonomía, añadiéndole cuatro pisos. También se amplía el interior del local, y la sala de espectáculos se redecora suntuosamente.

HISTORIA DEL TEATRO

Recordar la historia del Teatro Circo es recordar la historia de la ciudad de Albacete durante el siglo pasado; una historia llena de incertidumbres pero también de esperanzas e ilusiones, una época en la que Albacete se fue haciendo poco a poco, con dificultades, hasta convertirse en la ciudad que hoy conocemos.

Corría el año 1886 cuando un grupo de inquietos ciudadanos, ávidos por presenciar espectáculos teatrales en un lugar digno y preparado, tuvieron la idea de crear una sociedad, que llamaron Sociedad del Teatro Circo. A continuación compraron un solar situado en la calle de Carcelén y acometieron la empresa de construir un teatro, el primero y el único con el que contaría la ciudad durante varios años.

Muchas fueron las dificultades que tuvieron que sortear hasta ver cumplido su sueño, pero el teatro estuvo terminado en muy poco tiempo, y el 7 de septiembre de 1887 se inauguró con todo rigor, aunque el público asistente no tuvo más remedio que entrar y salir por la puerta de atrás, pues la calle de Isaac Peral, a la que daba la fachada principal, aún estaba sin abrir. No deja de ser curioso que, el mismo año en que abre sus puertas el primer gran coliseo de Albacete, se produzcan otros acontecimientos importantes en la ciudad que cambiarán las costumbres de sus habitantes: la instalación de la luz eléctrica y las primeras proyecciones de cinematógrafo.

El primitivo edificio fue diseñado por el delineante de Obra Públicas Emilio Vergara, que trató de combinar en la sala los elementos propios de un teatro con los de un circo, mientras que las obras fueron dirigidas por el arquitecto Juan Peyronnet. En cuanto a su estilo arquitectónico, en el interior se daban reminiscencias árabes, mientras que en el exterior la fachada tendía al estilo clásico. El aforo de la sala era de 1188 localidades para los espectáculos teatrales, y de 1292 para los circenses. El coste total del edificio, incluido el solar donde se ubicaba, fue de treinta y ocho mil duros (190.000 pesetas de entonces).

Desde un principio, el coliseo tuvo problemas que fueron subsanándose con el Tiempo: no había calefacción, se producían enormes corrientes de aire que, amén del frío, impedían escuchar con nitidez las voces de los actores, etc. A lo largo de los años siguientes, las reformas tendentes a paliar estas carencias serían constantes. Así, en 1919 se instala la calefacción a vapor, y un cielo raso para impedir las corrientes de aire; también se modifica el patio de butacas, quitándole el aspecto de circo, y construyendo plateas y palcos, con lo que se amplía el aforo del teatro; y en 1924 se instala en el piso principal la sociedad Ateneo Albacetense. A principios de los años cuarenta el edificio sufre la reforma más importante, viéndose afectada la fachada, que cambia completamente su fisonomía, añadiéndole cuatro pisos. También se amplía el interior del local, y la sala de espectáculos se redecora suntuosamente.

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